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Segundo cuento

Vamos al mar

Una tarde de verano Ratona estaba descansando a orillas del canal. De repente divisó una cáscara de sandía. Al verla acercarse flotando por el agua, se subió de un salto. Una vez arriba, respiró hondo de alegría mientras veía cómo su casa se hacía cada vez más chica.

Ratona había escuchado a las gaviotas decir que las aguas del canal desembocaban en un río, y el río llegaba al azul e inmenso mar. Si bien Ratona era buena nadadora, sabía que sus fuerzas no le alcanzarían para llegar tan lejos. Por eso hacía tiempo que esperaba una oportunidad como ésta. Al fin iba a poder sentir la arena caliente bajo sus patas, recolectar conchitas y tirarse piqueros en el agua salada.

Ratona posa a orillas del canal

Lo único malo era que no tenía parientes ni conocidos en la costa. Después de un rato de navegar canal abajo pensó que todo sería perfecto si tuviese compañía. Amigos con quien compartir esta aventura. De pronto, escuchó unas voces desde la orilla.

-¡Hola Ratona! ¿Dónde vas?- preguntó Lagartija, quien estaba mojándose las patas junto a Pato y Gorrión.
-Voy al mar ¿Quieren venir conmigo?
-¡Bueno!- respondieron Lagartija, Pato y Gorrión, dando un salto hasta caer al centro del bote. En seguida se pusieron a cantar:

Vamos al mar
Vamos al mar
Vamos a conocer el mar

Ratona sonrió disfrutando la compañía de sus amigos. En ese momento escucharon que Guarén los llamaba desde una pirca.

-¡Hola! ¿Dónde van?
-Vamos al mar
-¡Ah, llévenme! ¡por favooooor!
-Lo sentimos, pero no tenemos más espacio- respondió Ratona
-¡Se los suplico! ¡Lo único que quiero es conocer el maaaaaaaar!
Ratona volvió a mover su cabeza de un lado para otro, no sólo porque iban llenos, sino porque había escuchado de su primo Murciélago que Guarén era muy desordenado.
-No Guarén, lo siento.

En ese momento Guarén se puso a llorar con todas sus fuerzas. Sus gritos se escuchaban por todo el valle mientras se contorneaba en el suelo como si en vez de una pataleta, tuviese un ataque al corazón.

-¿Y si lo llevamos?- preguntó Pato.
-No soporto que llore por nuestra culpa- agregó Gorrión.
-Donde caben cuatro… cabrán cinco- agregó Lagartija.

-Bueno… sube- dijo Ratona de mala gana, mientras miraba cómo Guarén daba un salto y caía dentro del bote. Así siguieron su rumbo mientras el sol se escondió en el horizonte. Pero no sintieron frío, porque iban imaginando las cosas maravillosas que harían al llegar al mar.

Todos los animales navegan en el mar

Cuando el canal desembocó en el río y faltaba poco para llegar a su destino, Guarén sintió hambre. Miró para todos lados, pero no encontró nada. Entonces, ansioso, se llevó un dedo a la boca y ¡sorpresa! estaba dulce. Sin que nadie lo viera, se comió un pedacito del jugoso y dulce bote. De repente, vio con espanto cómo un chorro de agua entraba por el agujero que sin querer, había abierto. Rápidamente lo tapó con sus patas delanteras, pero la presión era tal, que ni con las patas traseras pudo evitar el naufragio.

Cuando los animales se dieron cuenta del desastre, miraron con desaprobación a Guarén pero ya era muy tarde para pedir explicaciones. Rápidamente se tiraron al agua. Por suerte todos eran buenos nadadores, así que llegaron empapados a refugiarse a la orilla.

-¡Perdón! dijo Guarén con un hilo de voz.
- El perdón no arregla el desastre, Guarén. Ahora nuestro bote está roto, la noche está cerca y nuestras casas, lejos. Y mas encima no podremos conocer el mar - dijo Ratona.

Los animales, mojados y tristes, formaron un círculo en la orilla. Aunque seguían enojados con Guarén, estaban tan cansados, que se acurrucaron a dormir debajo de la cáscara de sandía. Menos Guarén, quien estuvo mirando la luna llena a través del agujero que había abierto. Intentaba pensar en una forma de arreglar el bote, pero era tanto su cansancio que al cabo de un rato también cerró los ojos. Soñó con su abuela, que era tan olvidadiza, que aunque amarrara un nudo en un pañuelo cuando quería acordarse de algo importante, olvidaba de qué se quería acordar.

Al otro día Guarén los despertó temprano. Se subió al bote y con harto cuidado, metió su cola larga por el agujero que el día anterior había abierto. Luego le pidió a Ratona que hiciera un nudo por afuera de la cáscara de sandía. Entonces Ratona, Lagartija, Pato y Gorrión empujaron el bote otra vez hasta la orilla y gritaron de alegría al ver que con este original tapón, el bote se mantenía a flote.

-Nunca es tarde para enmendar los errores- dijo Ratona antes de abrazar de felicidad a Guarén. Sin tiempo que perder, los amigos reanudaron el viaje cantando:

Vamos al mar
Vamos al mar
Vamos a conocer el mar.

Fin.

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Sugerencias de Lectura

Conversando sobre el cuento

Te damos algunas sugerencias del tipo de preguntas que puedes usar para conversar durante y después de la lectura de Vamos al mar.

Mostrar consejos

Nota para los padres: Estas preguntas evitan respuestas si/no, privilegiando conversaciones que hagan a los niños reflexionar sobre lo leído y conectar lo leído con sus propias experiencias. No es un interrogatorio ni se trata de evaluar las respuestas como buenas o malas, sino de guiar la conversación entre tú y tus hijos. Deja que ellos respondan, pero también que te hagan preguntas que tú respondas.

¡Manos a la obra!

Descarga el cuento con sus láminas para colorear y dale vida a la historia.

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